jueves, 15 de enero de 2009

Especial

Ensaladas de Navidad: la dulce convergencia

Herencia europea, como casi todas las tradiciones navideñas de América, la ensalada que endulza la mesa en las noches de Navidad y Año Nuevo da una primera pista de su origen: los siempre presentes frutos secos, deshidratados o confitados, la ciruela pasa y la pasita, las nueces y las almendras, los higos, manzanas, duraznos, dátiles y demás frutas preservadas, sin las cuales estos platos son impensables, relatan las prácticas que en Europa se hicieron necesarias en virtud de un clima de marcadas estaciones. La colecta de la fruta fresca en verano y en otoño, su preparación en conserva o su proceso de secado, anuncian ya desde mediados del año la mesa festiva de diciembre.
En el trópico americano, donde las estaciones varían apenas por unos pocos grados en la temperatura y se dejan marcar por las precipitaciones, no existe la necesidad de preservar la fruta. Disponible todo el año, vuelve a aparecer en las mesas decembrinas, pero acompañada por los frutos secos, en platos que sin renunciar a la herencia abren un espacio a las riquezas propias.

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